Demostrar a los clientes que somos la mejor opción no es fácil, sobre todo, cuando nunca han confiado en nuestros servicios. Una labor de titanes en un mundo tecnológico donde no todo es precio en el área corporativa pero todavía es mucho. Entonces ¿Cómo podemos ayudarle a decidirse? ¿Qué armas debemos mostrar?
Ponernos en la situación del cliente debe ser nuestro primer planteamiento: en qué se fijan, qué les importa, cuáles son sus necesidades. En base a las respuestas a estas cuestiones podremos comenzar a pensar cómo les podemos convencer sin presionar.
Teniendo en cuenta los requisitos de nuestros clientes, veremos que casi siempre una imagen vale más que mil palabras. Una imagen corporativa que dentro del mundo tecnológico se exige moderna, dinámica y preparada para los retos que la manida transformación digital pone por delante. Una reputación fuera y dentro de Internet.
El primer contacto, profesional y comunicativo a partes iguales
Más allá de esa imagen debemos informar y comunicar. Posiblemente un nuevo cliente se deje llevar por la primera impresión de una página web, de una llamada telefónica o un correo electrónico. Y es justo ese primer contacto el que hay que mimar ofreciendo información y profesionalidad a partes iguales. De ahí la importancia de tener un sitio web completo y detallado para marcar la diferencia.
La diferencia en los pequeños detalles
Las soluciones tecnológicos pueden ser muy similares de un proveedor a otro. Sin embargo, siempre hay pequeños matices que marcan y hacen decidirse a los clientes. No en vano muchos contratos, grandes y pequeños, son ganados precisamente por estos detalles.
Pero ¿Dónde radican estas diferencias? ¿Qué puede ayudar? Desde un servicio de valor añadido hasta un equipo especializado o ser un proveedor tecnológico más localizado o especializado. El matices puede ser de muy diferente calibre. Valorar cuál puede ser ese valor que podemos aportar en base al perfil de cliente y demostrárselo es una prueba más de profesionalidad.