La oleada de despidos en grandes fabricantes tecnológicos es habitual en estos tiempos de crisis. Estas decisiones, que finalmente son una mancha en la reputación de las corporaciones. Siendo el canal una extensión comercial de las mismas, es fácil preguntarse: ¿Cómo afecta a su negocio?.
Indra, una de las grandes multinacionales españolas de tecnología, anunció la semana pasada un gran recorte de plantilla de 1.850 empleados en España, afectando en su totalidad a Indra Sistemas, la división que engloba las áreas de tecnologías de la información.
El presidente de la compañía anunció ante la Junta el inicio de la negociación de un proceso de reestructuración de plantilla que enmarcó en la transformación global de la compañía, «orientada a mejorar su competitividad, eficacia y rentabilidad, para garantizar su futuro».
Indra justifica una decisión que supone despedir el 10 por ciento de la plantilla en España (18.000 empleados) por la «dura» caída en su mercado principal de un 40 por ciento y los 92 millones de euros de pérdidas registradas en 2014, y en la necesidad de «reducir costes, simplificar estructuras, mejorar procedimientos y formas de hacer, y todo ello sin dejar de invertir».
Los sindicatos han considerado el ERE de «atentado grave» contra la plantilla por un volumen de despidos «alarmante» y «no justificados» por ningún informe económico. La primera propuesta de Indra de indemnización a los trabajadores afectados ha sido calificada por los sindicatos como «muy por debajo» de cualquier mínimo a considerar. La polémica sigue en torno a una compañía considerada un modelo en creación de empleo y una de las contadas multinacionales españolas en alta tecnología
¿Afecta estos grandes recortes de plantilla a la imagen de marca y con ello al negocio de los partners?
La pasada semana también conocimos el plan de reestructuración de la división de dispositivos móviles de Microsoft, que incluye incluyendo 7.800 despidos y la asunción de importantes pérdidas, 7.600 millones de dólares en activos relacionados con la adquisición de la división de móviles de Nokia y 750 millones de dólares por cargos adicionales de la reestructuración de la división de dispositivos.
Parece evidente que la compra de Nokia ha resultado en una operación fallida. Comenzó con 18.000 despidos previos, ha acumulado constantes pérdidas y no hay previsiones que una división solo con Nokia pueda remontar la cuota de mercado (inferior al 4 por ciento) que tiene Windows en móviles.
El CEO de Microsoft, Satya Nadella, ha explicado que «se trata de un ajuste para reducir la sobredimensionada plantilla existente en la división de dispositivos móviles y así lograr mayores beneficios». Nadella, se ha esforzado en aclarar que Windows Mobile es una propuesta de valor y que la reestructuración no supone «la muerte» de la plataforma. También ha anunciado la comercialización de nuevos terminales Lumia este mismo año (incluyendo topes de gama) y aclarado que, aunque los fabricantes (OEMs) no fabriquen dispositivos basados en Windows Phone ellos se encargarán de seguir haciéndolo.
Microsoft cuenta con un gran número de fabricantes aliados en Windows PCs que le ayudan a mantener un 90 por ciento de cota de mercado en escritorios informáticos. No está claro que sin OEMs pueda ganar mercado en movilidad y con ello acceso al mercado de las búsquedas móviles y a la tarta publicitaria en plena era de la movilidad.
Indra y Microsoft han sido las últimas compañías en anunciar despidos pero los recortes de plantilla masivos están a la orden del día en el sector tecnológico. eBay anunció en enero 2.400 despidos y HP ha seguido planes para recortar hasta 34.000 desde 2013. Tras la compra de Motorola, Google despidió a 5.200 empleados, casi los mismos que realizó BlackBerry a finales de 2013 y antes, Yahoo! recortó el 14% de su plantilla en 2012.
En una muestra interminable de despidos en grandes tecnológicas, se rumorea que Qualcomm podría prescindir de 4.100 trabajadores. estos procesos podrían culminar con el mayor de la historia: los 111.000 empleados que saldrían de IBM según informó Forbes a comienzos de este año.
En todos los casos se habla de «reestructuración necesaria para ahorrar costes y permitir la viabilidad futura de la compañía». En términos financieros, estas operaciones suelen ser bien acogidas por analistas e inversores, pero, ¿daña la imagen de la marca y por tanto afectar al negocio de los partners? Buena pregunta para el debate.