La revolución de la Inteligencia Artificial (IA) ya está aquí. Sin ser ajenos a ella y observando todos los beneficios que puede aportar esta tecnología, también debemos ser conscientes de los riesgos que puede entrañar. Así, la ciberseguridad debe ser una parte intrínseca de una estrategia IA.
La importancia de la ciberseguridad en un entorno de trabajo donde se implementa la IA está clara para Alberto Pascual, Executive Director de Ingram Micro, quien afirma que “la inteligencia artificial es un factor disruptivo en la industria digital, y la ciberseguridad no es ajena a ello”.
Incorporar la IA a diferentes procesos de negocio es una realidad cada vez más presente. En las compañías españolas su uso habitual ha aumentado un 11,8% y se prevé que, para 2027 ya se automatice total o parcialmente un 42% del total de las tareas, según un Estudio realizado por OBS Business School.
No obstante, la IA debe ir acompañada de un planteamiento de ciberseguridad. Atender a la protección de los datos, los procesos y una buena formación de los empleados es indispensable para garantizar que su uso sea una ventaja competitiva y no, lo contrario.
Una ventaja con riesgos que definir
Claramente, el uso de la IA es una ventaja que muchas empresas están explotando. Sin embargo, esos beneficios también entrañan riesgos. Néstor Guerra, experto en inteligencia artificial en el ámbito corporativo, destaca que “estamos en el punto de partida del desarrollo de la IA y vamos a ser testigos de un gran cambio. Actualmente, trabajamos con modelos entrenados, pero vamos a tener a nuestra disposición agentes funcionales. Es decir, vamos a vivir una época en la que pasaremos de tener máquinas que escriben a máquinas que hacen”.
Al igual que pasa con cualquier tecnología, cuanto más se usa la IA en nuevas aplicaciones o casos, más se aumenta la superficie de ataque o los vectores por donde los cibercriminales pueden entrar o atacar.
Además, a medida que la información crece y se hace más útil para entrenar modelos de aprendizaje para la IA, también lo hace el riesgo de no mantener la privacidad o protección de esos datos. De ahí que sea vital el control de acceso y gestión para evitar robo de identidades.
Otro riesgos es contar con una plantilla mal formada respecto a la IA, su uso y sus posibles consecuencias del mal uso. Según datos de este Barómetro IA de ESSCA, un 39% de las empresas europeas no tiene previsto ofrecer formación en IA a sus empleados, lo que puede aumentar la brecha digital aún más, pero, sobre todo, crear nuevos vectores de riesgos.
Imagen creada con IA de Bing