La formación en el puesto de trabajo siempre ha sido un pilar que permite a las organizaciones seguir avanzando, creciendo y consolidándose. En la era de la digitalización cobra aún mayor protagonismo este área para conseguir que atraer y retener el talento. Y ahí es donde los partners TI juegan una baza esencial que la pueden convertir en negocio.
Dentro de los servicios que un partner TI puede ofrecer, la formación en el puesto de trabajo ocupa un lugar destacado. Ir más allá de la implementación de la tecnología y proponer un plan que permita a toda la organización exprimir las soluciones.
Más allá de la tradicional distribución, implementación o desarrollo de tecnología, las empresas deben ver a los partners TI como un aliado que les ayude a crecer y cuiden de su negocio, propiciando un entorno más digital, colaborativo y eficiente. Y para ello, la formación en el puesto de trabajo es un servicio de valor.
Según el informe «Global Workforce of the Future 2023» de Adecco, el 73% de los trabajadores en España tiene intención de permanecer en su empresa actual. Y es que, el acceso a la formación y progreso profesional es una de las razones por las que los empleados consideran permanecer en su empresa actual.
Asimismo, las nuevas tecnologías ofrecen una amplia gama de oportunidades, pero también plantean desafíos significativos que requieren una adaptación constante y una respuesta ágil. En un entorno donde la tecnología y las habilidades digitales son cada vez más importantes, las organizaciones que priorizan la formación y el crecimiento de su personal estarán mejor preparadas para afrontar los desafíos y aprovechar las oportunidades que traerá consigo la evolución del mercado laboral.
Más allá de la evangelización, formación de valor
Pero formar no es solo dar un curso aislado al equipo técnico de una empresa un día y ya. La formación se puede convertir en un servicio de valor más para el cliente con un potencial de rentabilidad para el partner. Para ello, es necesaria una buena gestión y planificación.
Incluir la formación como un servicio más dentro de nuestra propuesta de valor es el primer paso. Convertirlo en un servicio tangible para el cliente, pero también cuantificable y con precio que puede contar con diferentes variables.
El servicio de la formación en el puesto de trabajo lo podemos definir por horas, por temática o por cursos a impartir dependiendo el perfil del puesto de trabajo. Tendremos que valorar el estado de digitalización del cliente y hasta qué punto tenemos que establecer diferentes tipo de formación; no será lo mismo hablar con el equipo técnico que con el directivo o administrativo.
La formación debe ser un servicio más en nuestra propuesta de valor
En esas formaciones nos podemos centrar en las soluciones que estamos implementando o el área en el que somos especialistas. Si nuestro foco en la ciberseguridad, por ejemplo, será fundamental dotar de prácticas seguras a todos los equipos para que nuestros trabajo sea aún más efectivo.
Tras ese primer estadio básico formativo podemos ir añadiendo nuevos formatos de educación digital que nos abran nuevas oportunidades. Construir una oferta formativa periódica personalizada para un cliente o apostar por un catálogo más general para diferentes empresas puede ser un forma más de ayudar en la digitalización. También será esencial revisar si los equipos prefieren las opciones presenciales, semipresenciales u online y cómo es la mejor forma de llegar a los diferentes perfiles.
A partir de ahí, nuestro cometido no solo será formar sino también estar actualizados. Como partners TI continuar ampliando conocimientos, certificaciones y capacitaciones será fundamental para mantener al día a los clientes.
Además debemos ser conscientes de que las necesidades van a ir cambiando. Lo que hoy es imprescindible saber de la IA, mañana puede ser tan solo una formación que no preocupa a nadie o que no tiene interés. De ahí que nuestro catálogo formativo debe ser algo vivo y amoldable a las necesidades actuales.