Las reglas del juego están cambiando. El comercio electrónico (ecommerce) era considerado una estrategia de negocio eficaz entre las grandes empresas, aunque con la generalización de este concepto, cada vez son más los usuarios que apuestan por comprar a través de Internet en las pequeñas y medianas empresas. Esa apuesta por el comercio tradicional, que se abre paso en las redes sociales y en Internet, hace que la competencia se llegue a equiparar en términos.
El comercio electrónico supone para las pymes una gran oportunidad de visibilidad, posicionamiento y venta para su negocio. Sin ir más lejos, en plena pandemia, el ‘Estudio Anual de e-commerce 2020’ de IAB Spain recogía que tres de cada cuatro compradores buscaban y formalizaban su compra de manera online. Lo que se traduce en 22,5 millones de españoles de entre 16 y 70 años, siendo el tramo de edad comprendido entre 35 y 44 años el más activo.
Los compradores entre 35 y 44 años son los más activos en compras online
Hay que tener en cuenta que la pandemia benefició a que las cifras del ecommerce subiesen hasta los 4 billones de dólares en ventas. En 2021 hubo un crecimiento interanual del 204% y ahora se estima que existen 26,5 millones de sitios operando en todo el mundo.
La frecuencia de compra online suele ser de 3,5 veces al mes, con un gasto medio mensual de unos 68 euros. Los factores que más influyen a la hora de realizar una compra por Internet son obtener una buena experiencia y sumergirse en una forma de pago 100% segura. Otros aspectos fundamentales son: ofrecer un precio competitivo, un buen servicio personalizado al cliente, calidad en los productos, variedad de métodos de pago y realización de envíos con un tiempo de entrega reducido.
La tendencia está cambiando
Los datos demuestran que el 80% de los estadounidenses prefieren comprar online y el 50% sigue optando por esta vía antes que el comercio convencional en tiendas físicas. El ecosistema de comercio electrónico se ha diversificado y ha permitido que pequeñas y medianas empresas se sumen a la carrera por ganar una mayor cuota de mercado en este terreno.
Las pymes son conscientes de que el ecommerce supone crear oportunidades de negocio y expandirlo hacia nuevos mercados, zonas geográficas y nuevos métodos de distribución. Además, agiliza los plazos de entrega y mejora tanto la competitividad como la calidad del servicio. De igual modo, se proporciona una rápida respuesta a las necesidades de los clientes, así como una mejora en la interacción, controlando tanto el proceso como los pedidos.
El Fintech como aliado
Hay que tener en cuenta que si las pymes se han logrado sumar de manera masiva al ecommerce ha sido gracias al surgimiento de plataformas financieras que reducen la barrera de entrada. De este modo, las pymes logran implantar experiencias de pago seguras y fluida, vender a clientes extranjeros y aceptar pagos de proveedores y vendedores de otras franjas horarias y divisas.
La tecnología financiera integrada permite a las marcas de comercio electrónico crear fácilmente sus propios productos y páginas de pago
El trabajo de muchas Fintech se ha focalizado en permitir que las marcas de comercio electrónico optimicen su infraestructura financiera, se expandan globalmente a nuevos mercados y acumulen ahorros de costos. Así pues, las marcas de comercio electrónico más jóvenes y pequeñas pueden competir en igualdad de condiciones con los gigantes del ecommerce. Y es que hay que tener en cuenta que el método de pago es fundamental, ya que el 55% de los usuarios asegura que abandonaría una operación de compra si éste se volviese tedioso y complejo. Si la operación se aúna en una misma plataforma se garantizará la venta.
El hecho de sumar la tecnología financiera integrada permite a las marcas de comercio electrónico crear fácilmente sus propios productos y páginas de pago con una interfaz de usuario personalizable y un cumplimiento optimizado. De este modo, los usuarios nunca llegarían a abandonar la plataforma.
Las plataformas Fintech ayudan a equilibrar las reglas del juego. La tecnología se pone al servicio de los nuevos vendedores del pequeño comercio para crear un ecosistema más diverso y sólido y estableciendo experiencias fluidas para los clientes.
En resumen, el comercio de proximidad se ve obligado a avanzar hacia una plena digitalización para ofrecer una respuesta flexible y eficiente a las necesidades de un nuevo perfil de consumidor omnicanal, mejorando la experiencia de compra notablemente mediante el ecommerce más innovador.