Si hay una tecnología que ha venido a revolucionar el mundo es la IA. Una aportación interesante en muchos entornos, incluido el de la ciberseguridad. Muchos fabricantes ya lo han incorporado en sus soluciones y aunque todo hayamos visto la punta de lo que puede ofrecer la IA ya es un camino de no retorno.
Según un informe de Grand View Research, se espera que el mercado global de la IA en ciberseguridad alcance los 41.160 millones de euros para 2027, con un crecimiento anual del 24% hasta ese año. Un potencial por encima incluso de las buenas cifras del segmento de la ciberseguridad en global.
Una tecnología que no solo se utiliza para mejorar soluciones, sino también para construir un cibercrimen más sofisticado. De hecho, los ciberataques aprovechan la Inteligencia Artificial para automatizar amenazas y descubrir nuevos flancos y estrategias con las que llegar a sus objetivo. De ahí que sea más importante que nunca el construir un plan de acción frente a esta realidad.
Y es que los beneficios de la IA aplicados a la ciberseguridad son muchos y debemos contar con ellos para la defensa empresarial. Desde la propia detección y respuesta hasta el uso de automatizaciones para impedir brechas en la organización. Vamos a verlo más en detalle:
En el primer estadio ventajoso de la IA nos encontramos con la automatización. La construcción de patrones habituales en los ataques de phishing, la IA puede automatizar el análisis de los correos para encontrar esa pautas y alertar de posibles ataques.
Incorporando Inteligencia Artificial a las herramientas también se puede mejorar la gestión y configuración de la ciberseguridad, eligiendo por defecto ciertas pautas de seguridad para nuevos usuarios o entradas en la red empresarial.
Además, la IA permite construir recrear la actividad normal de una organización y construir patrones sobre ella para que todo pueda fluir de la manera correcta.
Además de las propias soluciones de ciberseguridad donde se aplica la IA, esta puede incorporarse también en otras herramientas utilizadas en las organizaciones como sistemas de gestión de eventos e información de seguridad (SIEM) y sistemas de prevención de intrusiones (IPS).
Con ello, podemos conseguir una respuesta coordinada y efectiva con una visión más completa de la estrategia de protección.
Cualquier empresa va a ser víctima de un ataque. Partiendo de esa premisa ya no solo es esencial proteger sino también estar preparados para detectar y responder ante un incidente. Y es ahí donde la IA puede ser un aliado más.
La Inteligencia Artificial permite supervisar la red o el comportamiento de los usuarios para identificar patrones y encontrar actividades inusuales como la intrusión o el propio malware. Así, se maximiza el poder de la detección y respuesta.
Además de detectar y responder, la IA colabora en la previsión de posibles amenazas. Con un histórico desde el que tirar en cuanto a posibles incidencias o tendencias de seguridad, puede predecir los posibles ataques o vulnerabilidades, pudiendo así tomar medidas proactivas de prevención.
La IA también es capaz de adaptarse a diferentes estadios por lo que puede ir aprendiendo cómo una organización evoluciona o cambia sus patrones y entender dónde pueden estar los posibles puntos ciegos o nuevas amenazas. Esto ayuda a reducir los falsos positivos.