Resiliencia es una palabra que se ha puesto de moda en los últimos años en el contexto pandémico. La capacidad de adaptarse frente a situaciones adversas o que se escapan de nuestro control es vital también para los negocios. Un punto donde se ha ido un paso más allá estableciendo la ciberresiliencia como una cualidad más estratégico.
Si tenemos que definir qué significa la ciberresiliencia, podemos hablar de la capacidad de una organización a la hora de resistir a ciberataques, pero especialmente, recuperarse de una forma rápida, efectiva y con las menores consecuencias posibles.
Aunque el concepto en sí nos puede recordar al de la ciberseguridad, la idea es que desde esta perspectiva se adopte una mentalidad que no solo vea la protección empresarial como una barrera, sino como una parte más del negocio que permite que esté continúe y sea posible.
La ambición de buscar la ciberresiliencia de la mano de la tecnología en cualquier organización es más que lógica. Si pensamos en el entorno de ciberataques constantes en el que vivimos, podemos tener la certeza de que nosotros o nuestros clientes van a ser atacados, con lo que tomar medidas de precaución nos hará menos vulnerables y más eficientes en la toma de soluciones.
Como partner tecnológicos de cualquier índole, pensar en ciberresiliencia ya debe ser una constante. No importa el nicho en el que estemos especializados ya que la ciberseguridad se torna algo transversal que debe estar presente en cualquier proyecto o
Si pensamos de lo malo que puede suceder en una organización, lo peor vamos por el camino adecuado a la hora de una estrategia de ciberresilencia.
Como partner tecnológico debemos presentar muchos potenciales escenarios a nuestros clientes, pero son aquellos donde la situación es más crítica, los que realmente nos ayudarán a saber cómo salir de ahí.
De ahí, que sea esencial hablar de entrenamientos ante posibles casuísticas. Planificar qué haríamos en determinada situación, cómo lanzaríamos mensajes al resto del equipo y cuáles serían las medidas a tomar, son pasos fundamentales para ser ciberresiliente llegado el momento.
Son muchas y variadas las fórmulas para pensar en una estrategia de protección empresarial que haga que nosotros y nuestros clientes estemos preparados para ese escenario de ataque. Sin embargo, podríamos resumir en cuatro etapas:
Estableciendo bien las métricas, líneas de acción y tecnologías en cada una una de las fases podemos conseguir la ciberesiliencia de las empresas. Esto permitirá mejor la ciberseguridad ya establecida, reducir los riesgos asociados a la ciberdelicuencia, mejorar los procesos de la organización, cumplir con las normativas y minimizar las consecuencias que puede acarrear un ataque (reputación, costes, inactividad, pérdida de información…).
Además, ayudará a evaluar la confianza que se tiene en cada uno de los proveedores y elevar nuestra presencia en el cliente como la garantía para el desarrollo de sus negocios.