Intel se ha desplomado en Bolsa tras publicar sus últimos resultados correspondientes a su cuarto trimestre fiscal. La caída de su facturación en los últimos tres meses del pasado año, unido a las previsiones de otro trimestre de pérdidas, pasan factura a la compañía.
Los cambios que está experimentando el mercado, impulsados por un aumento de los proyectos de digitalización, y la evolución hacia modelos de trabajo híbridos, unido a una coyuntura macroeconómica de incertidumbres e impactada por el conflicto bélico en Ucrania, están teniendo su repercusión en el mercado tecnológico.
Aunque, por el momento, el segmento empresarial ha sabido capear el temporal, el de consumo no puede decir lo mismo, lo que ha lastrado los resultados de Intel después del notable descenso de las ventas de PC.
Las ganancias de Intel en 2022 ascendieron a 8.014 millones de dólares, un descenso del 60% interanual, después de acometer una ‘transformación estratégica’.
La facturación de Intel ha experimentado una caída del 20% hasta los 63.054 millones de dólares
La facturación de la compañía ha experimentado una caída del 20% hasta los 63.054 millones de dólares procedentes, en su mayor parte, de su división de computación para clientes, que ha aportado 31.700 millones, pese a experimentar un descenso del 23%. Su negocio de centros de datos e Inteligencia Artificial fue el segundo que más ingresos ha cosechado en el último año, 19.200 millones de dólares, pese a haber caído un 15% interanual.
Sin embargo, su división dedicada a automóviles autónomos, Mobileye, ha tenido un crecimiento del 35% y ya factura 1.900 millones de dólares. Junto a este, su negocio de sistemas de computación acelerada y gráficos, así como sus servicios de fundición han crecido un 8% y un 14%, respectivamente, alcanzando los 837 y los 895 millones de dólares cada uno.
Estos resultados confirman la previsión que Intel ya avanzó el pasado mes de octubre en la que apuntaba que sus resultados para el global de año serían peor de lo esperado inicialmente. Esto le llevó a acometer un plan de reducción de costes y mejora de la eficiencia por valor de 10.000 millones de dólares y que llevará a cabo a lo largo de los próximos tres años.
La inversión en este plan ha llevado a que, según la compañía, el cuarto trimestre de su ejercicio fiscal haya registrado unas pérdidas de 664 millones de dólares y una caída de la facturación del 32% hasta los 14.042 millones de dólares. Como consecuencia de este plan de transformación, la firma espera que los resultados para el primer trimestre de 2023 también arrojen pérdidas.
Estas cifras han llevado al desplome de la compañía en Bolsa, cuyas acciones han caído un 9% después de conocerse los resultados ya que, para los analistas, han sido peor de lo esperado.
Ahora, Intel se centra en recuperar su liderazgo en el mercado de chips, pese a que las ventas de PC en el segmento de consumo han experimentado un fuerte descenso que puede contagiar al sector empresarial. Para ello cuenta con la inversión realizada el pasado mes de agosto de 30.000 millones de dólares, de la mano del fondo inversor Brookfield Asset Management, para impulsar la fabricación de semiconductores en Estados Unidos y hacer frente al dominio de los países asiáticos.
Ante esta coyuntura del mercado, el CEO de Intel, Pat Gelsinger, no ha querido avanzar ningún pronóstico de cara a este año alegando «la incertidumbre en el entorno actual». Aproximadamente a lo largo de toda la primera mitad del año, Intel se enfrentará a ‘vientos económicos en contra’, según ha manifestado la propia compañía duranta la presentación de estos resultados económicos.
No obstante, ha manifestado que, durante el mes de enero, ha conseguido alargar la vida útil de algunos equipos de cinco a ocho años, lo que impulsará la ganancia bruta en 2.600 millones de dólares este 2023. Un movimiento que es independiente del plan de ahorro de costes de 3.000 millones de dólares que Intel ha anunciado para 2023.
Imagen inicial | Onur Binay