Energía inteligente: ¿hasta dónde puede llegar este negocio?

El apellido inteligente sirve ya para casi cualquier cosa, incluida la energía inteligente o en su concepto inglés, smart grid. Una aplicación donde se integran tecnologías como la Inteligencia Artificial, el IoT o las soluciones de redes, entre otros. Un entorno que bien llevado puede ayudar a los grandes problemas mundiales como la necesidad de ser más eficientes y sostenibles.

La energía inteligente supone llevar toda la innovación tecnológica a un ámbito tan crítico como es el de los suministros. Aquí hablamos de maximizar el potencial de las energías renovables con analítica avanzada, automatizar procesos con IA o mejorar los balances de transmisión de energía con soluciones predictivas, preparadas para catástrofes naturales o de cualquier otra índole. Y estos son tan solo unos pocos casos de usos donde la tecnología puede aportar un valor clave para monitorizar, gestionar o transportar la tan preciada energía.

Y es que en este momento, situaciones como la invasión de Ucrania están demostrando lo críticas que son las infraestructuras energéticas y cómo se puede poner en jaque el mundo sin ellas. Además, puede ser la llave para el desarrollo de los países, si se gestiona y optimiza de la forma adecuada con sensores, automatización y digitalización de las infraestructuras. Por supuesto, supone una fórmula clave para mejorar la sostenibilidad.

Con la ayuda de la tecnología, esta gestión y control puede ser mucho más eficaz y sostenible. Una realidad que está llevando a grandes inversiones tecnológicas por parte de los proveedores energéticos. Tanto es así que Juniper Research calcula la energía inteligente supondrá un negocio global de 33.000 millones de dólares en 2022, lo que avanzará hasta los 125.000 millones de dólares en 2027.

Traído a un contexto más local, en España vemos que como empresas como Endesa ya han anunciado inversiones millonarias para adecuarse a esta oleada inteligente. Concretamente, la suministradora invertirá en los próximos tres años (2023-2025) unos 994 millones de euros en la red eléctrica de Cataluña para hacerla más inteligente y digital. Y este es tan solo un ejemplo de lo que está por llegar.

Son muchos los retos en torno a la energía inteligente que necesitan de la colaboración de proveedores, partners y agentes especializados para llevarse a cabo. La realidad es que en los próximos años el potencial de la energía inteligente irá a más. El cambio climática, los recursos limitados se combinan con las necesidades cada vez más exigentes de consumo. Dos caras de una misma moneda que supondrán el gran desafio.

Sin embargo, uno de los retos más candentes es la reducción de dióxido de carbono resultante de la generación de electricidad o gas. Desde la consultora, de hecho, se prevé que esta área suponga una inversión de 700 millones de dólares en 2027. Una cifra que en 2022 se quedará en 214 millones de dólares.

La oportunidad está en marcha

El sector tecnológico ya ha visto la oportunidad que puede suponer adentrarse en el entorno energético. No en vano, de una forma u otra son muchos los mayoristas que están acercándose a este terreno con aproximaciones más o menos cautelosa. Ya estamos viendo la firma de nuevos fabricantes relacionados con la eficiencia energética o el suministro de tecnología en hogares o empresas y también la unidad de valor del Grupo Esprinet, V-Valley, ha expresado sus intenciones de despegar su innovación en este nicho de cara al próximo año.

En este punto, el canal de distribución tecnológico vuelve a ser un punto clave para la transformación de este sector. Son el nexo perfecto para desarrollar una estrategia de digitalización de infraestructuras y sistemas, implantar nuevas soluciones con energía renovables y, en definitiva, mejorar y eficienciar todos los procesos. Una referencia esencial para conseguir que la aplicación de la tecnología sea realmente la adecuada y permita exprimir todo el valor que se puede obtener.

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