El optimismo moderado con el que la industria de semiconductores había comenzado 2022 se está enfriando gradualmente. Un nuevo estudio pone de manifiesto que la crisis de este sector se está agravando ante plazos de entrega cada vez más largos. Durante el mes de marzo este plazo ya superó el medio año de espera.
Aunque algunos analistas ya apuntaban que la luz al final del túnel en esta crisis de semiconductores no empezaría a vislumbrarse hasta 2023, un nuevo estudio de Susquehanna Financial Group viene a corroborar que este desabastecimiento aún seguirá prolongándose.
Un pronóstico para el que se basan en datos contundentes: el pasado mes de marzo, el plazo medio de entrega de semiconductores aumentó ligeramente hasta situarse en 26,6 semanas, superando así el medio año.
Se trata de un tiempo de espera dos días superior a lo que se estimaba en febrero. Pero esto también conlleva otra consideración importante: el aumento del período de espera para la entrega de semiconductores en la práctica significa que, al menos en marzo, los fabricantes de chips tardaron más de medio año en entregar sus piezas, como chips de memoria o microcontroladores.
Un período de tiempo nada desdeñable ya que se trata del promedio más alto para semiconductores observado por los analistas de Susquehanna desde que comenzaron a recopilar datos hace cinco años.
Los chips analógicos han registrado el peor dato con un plazo medio de entrega de 30 semanas
No en vano, hay que recordar que, en el otoño de 2020, transcurrieron una media de 13,9 semanas entre el pedido y la entrega de las piezas independientemente de la marca, ya que no todos los componentes tienen el mismo retraso.
De hecho, el peor dato lo han registrado los chips analógicos, que tras sumar 18 días a su cuenta ya tienen un margen de entrega por encima de las 30 semanas, lo que supone casi siete meses.
A pesar de esta persistencia de la crisis de semiconductores, el informe también deja algunas previsiones optimistas. El tiempo de entrega de componentes pasivos, como resistencias o condensadores, por ejemplo, disminuyó ligeramente.
Asimismo, otra lectura positiva es que, aunque los márgenes de espera vuelven a crecer, lo hacen a menor velocidad que en 2021. De acuerdo con Bloomberg, si entre enero y marzo de 2021 el retraso había crecido un 20,7% -pasando del 15 al 18,1-, en el mismo periodo de 2022 fue de “solo” el 3,5%. Y de diciembre a enero incluso bajó.
¿Por qué el aumento en marzo? El informe de Susquehanna apunta a algunos factores fundamentales que se concentraron el mes pasado y se sumaron a una crisis que la industria arrastra desde hace tiempo como legado de la pandemia.
Entre ellos se encuentra el terremoto que asoló Japón a mediados de mes; la guerra en Ucrania, país clave en la distribución de gas neón; o los bloqueos que está provocando la política de “COVID cero” aplicada por las autoridades chinas en sus ciudades.
Todo ello lleva a que, como apunta el analista de Susquehanna Financial Group, Chris Rolland, la situación se haya agravado.
“Tendrá un impacto a corto plazo en el primer trimestre, pero puede tener efectos persistentes en la cadena de suministro severamente restringida durante el año.”
Este pronóstico es compartido por otros analistas que dibujan un escenario complejo, al menos, a medio plazo. ASML apuntaba recientemente que el acceso a los chips seguirá limitado al menos durante los próximos dos años.
A pesar de este escenario, los datos de Gartner apuntan que, el pasado 2021, los ingresos mundiales por semiconductores alcanzaron los 595.000 millones de dólares, lo que supone un aumento del 26,3% respecto a 2020. Y es que, pese a la escasez de chips, el crecimiento en smartphones 5G y la combinación de una fuerte demanda y el aumento de los precios de la logística y de las materias primas han impulsado el precio medio de venta al alza contribuyendo a un crecimiento significativo de los ingresos.
Imagen inicial | Christian Wiediger