Hace tiempo que hablamos del 5G como una tecnología que impactará en sectores como sanidad, educación, turismo agricultura o transporte. Un impacto económico que se calcula en más de 155.000 millones de euros de aquí a 2030. En el desarrollo económico de una tecnología de la que llevamos años oyendo hablar, tendrá un peso específico y cada vez más importante, el despliegue de redes privadas, que permitan a las empresas, tal y como explica Iván Rejón, director de marketing y relaciones institucionales de Ericsson, “acceder “las mejores prestaciones en términos de latencia, velocidad, seguridad y flexibilidad en el uso de los recursos”.
De momento sin embargo, el despliegue es lento. Tan solo el pasado mes de agosto, el Gobierno anunciaba que el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, reservaba un paquete de frecuencias radioeléctricas para que las empresas pudieran desarrollar sus propias redes de conexión móvil con tecnología 5G. En este caso, las empresas interesadas podrían comenzar a desplegar sus propias redes privadas, al margen de las operadoras en la banda de los 2,3 GHz. un bloque total de 100 MHz, de los que 20 MHz serán destinados al desarrollo de este tipo de redes.
En el momento de un anuncio que contaba con el apoyo de la CNMC (pese a que consideraba que el espectro reservado era insuficiente), el Gobierno se encontró con cierta oposición por parte de las tres grandes telcos que operan en España, que consideraban que esta decisión podía ser vista como una amenaza directa a su negocio, ya que entendían que podían peligrar algunos contratos con grandes empresas si estas decidían desplegar sus propias redes. Contaban además que con esta decisión se abría la puerta a la entrada a nuevos operadores y por lo tanto, a más competencia.
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