A pesar de que son muchas las organizaciones que manifiestan fuerte adopción de la nube, el gasto total de TI destinado es de solo el 6%. Esto pone de relevancia que aún queda mucho camino por recorrer.
Según una reciente encuesta de O’Reilly, el 30% de los participantes apuntaron que ya son completamente nativos cloud, mientras que un 17% manifestaba que esperan estar totalmente en la nube en los próximos dos años, y un 20% señala que estará en la nube nativo en aproximadamente tres años.
Sin duda, se trata de cifras muy deseables, pero, para algunos, se trata de un objetivo lejos de la realidad ya que, según apunta IDC, el gasto en la nube todavía representa solo el 6% del gasto total en TI. ¿Están los CIO marcando unos objetivos demasiado ambiciosos sobre el gasto TI?
No cabe duda de que la apuesta por la nube ha experimentado un fuerte impulso en los dos últimos años ante las necesidades de las organizaciones a raíz del nuevo escenario dibujado con la irrupción de la pandemia de la COVID-19. Prácticamente todo el mundo manifiesta tener sus miras puestas en la nube, aunque quizás no tan rápido como algunos quisieran. Esta es una de las razones por las que Amazon Web Services (AWS) sigue ofreciendo servicios que conectan cosas como mainframes heredados con la nube.
El 10% de las empresas no ha apostado por los servicios cloud para gestionar su negocio
Pero hablar sobre el progreso de la nube se ha vuelto imprescindible. De los 2.834 participantes en la última encuesta de adopción de la nube de O’Reilly, casi el 90% manifiesta trabajar para empresas que utilizan la nube hasta cierto punto. Si bien no debería sorprendernos, lo que sí llama la atención es que el 10% no haya apostado por los servicios cloud para gestionar el negocio.
Además, la encuesta reafirma los distintos estudios que apuntan que el mercado cloud se concentra en tres grandes proveedores. El 62% del pastel es para AWS, mientras que Microsoft Azure cuenta con el 48% y Google Cloud con el 33%.
Bien es cierto que estos porcentajes no suman el 100% y la razón hay que buscarla en la creciente apuesta por el multicloud, ya que las organizaciones se inclinan por aplicaciones que se ejecutan en varias nubes y eligen el proveedor que mejor se adapta a sus necesidades.
En el contexto actual, la mayoría de las empresas no están tan avanzadas en su transformación digital ya que eliminar la mayoría de su infraestructura tradicional resulta una tarea muy ardua. Por ello, el 47% de los encuestados señala que contar con una estrategia basada en la nube nativa les está resultando un auténtico quebradero de cabeza.
Casi la mitad de las empresas planea migrar al menos el 50% de sus aplicaciones a la nube
Respaldando esta afirmación, casi la mitad de los encuestados, un 48%, afirma que planea migrar el 50%, o más, de sus aplicaciones a la nube en los próximos 12 meses.
Según O’Reilly, todas estas cifras ponen de manifiesto que el problema radica en alinear la ambición con la realidad, o quizás se trate de una mala interpretación de la definición de «nativo de la nube». La Cloud Native Computing Foundation define la «nube nativa» como la posibilidad de que las empresas «creen y ejecuten aplicaciones escalables en entornos modernos y dinámicos, como nubes públicas, privadas e híbridas».
Por eso, se entiende que la cloud nativa abarca diversas herramientas y técnicas que utilizan los desarrolladores de software para crear aplicaciones para la nube pública, a diferencia de las arquitecturas tradicionales adaptadas a un centro de datos local.
Si el 47% de los encuestados manifiesta utilizar la nube de forma predeterminada, y su adopción avanza rápidamente, pero la nube pública sigue siendo solo el 6% del gasto total de TI.
Es posible que estos encuestados deseen ser «cloud first», la nube, lo primero, para no parecer rezagados, pero la inversión que están realizando pone de manifiesto que aún llevará un tiempo.
La buena noticia para los proveedores cloud es que todas las señales apuntan a una adopción cada vez mayor, pero no será algo inmediato, sino que habrá que esperar al menos dos o tres años.
Imagen inicial | Jeremy Perkins