La crisis por la escasez de semiconductores no parece que vaya a terminar en breve y, lejos de solucionarse, todo apunta a que la situación se agravará con el aumento de los precios de los dispositivos.
La escasez de semiconductores sigue agravándose y ocasionando grandes problemas para proveedores y toda la cadena de distribución, así como para los usuarios finales que, a la postre, terminarán pagando por ello.
Y es que, en un momento de creciente demanda de productos tecnológicos, la falta de semiconductores está afectando a muchos fabricantes de todo el mundo que deben afrontar las dificultades de satisfacer esta demanda. El retraso en la cadena de producción y distribución también conllevará implicaciones para los usuarios finales, no solo en la falta o retraso de disponibilidad de productos, sino también en un incremento de su precio.
El cloud computing sigue creciendo avanzando, las ventas de smartphones son constantes y los mineros de criptomonedas han estado comprando las GPU más potentes del mercado. Además, las tensiones entre Estados Unidos y China que llevaron a sanciones han provocado que las empresas chinas acumulen chips y equipos de fabricación, lo que ha agotado aún más los suministros mundiales.
Un impacto que está afectando a muchos sectores y la pandemia de la COVID-19 no hizo más que agravar atendiendo a que la fabricación de semiconductores que utilizan tantos fabricantes en todo el mundo está en manos de pocos proveedores. Todo esto hace que la crisis se siga alargando, posiblemente, hasta finales de año, como mínimo.
La falta de semiconductores podría incrementar el precio final de los dispositivos entre un 1% y un 3%
Fabricantes como Samsung o Apple, ya han visto cómo sus resultados se han visto claramente afectados por la falta de chips y cómo todo apunta a que seguirá resintiendo a las ventas de sus productos en los próximos trimestres a pesar de que están trabajando para que su producción no se vea afectada.
Los expertos señalan que la escasez de semiconductores será un factor determinante que dificultará la fabricación de smartphones a lo largo de todo el año. Con ellos, desde Goldman Sachs apuntan que los fabricantes tratarán de minimizar sus pérdidas lo que podría llevarles a incrementar el precio final de sus dispositivos entre un 1% y un 3%.
Esto lleva que, ante la creciente demanda y lo complicado que resulta la construcción de nuevas fábricas de chips, los compradores de tecnología deberían planificar un cambio de rumbo en el futuro cercano.
Ante los avances y la necesidad de nuevos productos que incorporan semiconductores, la capacidad de fabricación no podrá absorber esta demanda y aumentar la oferta no será una tarea sencilla.
La creación de nuevas instalaciones de fabricación de chips pueden tardar dos años
Las instalaciones de fabricación de chips, como las que están planeando actualmente Intel, TSMC y otras compañías, requieren miles de millones de inversión y su construcción puede tardar, por lo menos dos años.
Con todo, la demanda seguirá siendo alta y la oferta seguirá siendo baja, lo que significa que la visión de Forrester de toda la situación es una escasez que se prolongará hasta 2022 y hasta 2023.
Para Glenn O’Donnell, vicepresidente y director de investigación de Forrester, los problemas de disponibilidad y los aumentos de precios dejan a los compradores de tecnología con varias opciones que, si bien no son ideales, pueden ser un paso hasta que la industria de fabricación de chips atraviese este complicado momento.
En este sentido, esperar, a pesar de que la espera puede demorarse semanas o meses; cancelar pedidos; aceptar el hecho de tener que pagar más; elegir una configuración diferente o un proveedor distinto; comprar un producto usado; y migrar a la nube, pueden ser algunas medidas a tomar ante la falta de semiconductores que retrasan los productos deseados.
Imagen inicial | Vishnu Mohanan