La creciente popularidad de las plataformas de redes sociales y servicios online ha provocado un aumento de los sistemas de puntuación social: algoritmos automatizados basados en el comportamiento de los usuarios y su influencia en internet. Inicialmente, esos algoritmos de evaluación fueron integrados por instituciones financieras y de comercio electrónico, pero hoy en día, se aplican en otras muchas esferas y sectores.
Entre los casos más sonados y polémicos se encuentraba el del gobierno totalitario de China, donde actualmente se puede evaluar qué personas tienen derecho o no a los servicios en el mundo real. Sin embargo, con el estallido de la pandemia de COVID-19, el mundo entero ha sido testigo y precursor de la implantación de numerosos de estos sistemas automatizados para controlar los movimientos de las personas, su capacidad para comprar bienes y su acceso a los servicios sociales.
De acuerdo con un informe elaborado por Kaspersky, tan solo un 19% de los encuestados españoles que participaron en la investigación habían oído hablar de un sistema de calificación social, cifra bastante inferior a la media mundial, establecida en un 46%. Al mismo tiempo, a pesar de que estos sistemas se han puesto en marcha y son cada vez más conocidos, existe cierta ambigüedad sobre su funcionamiento y la eficacia de su aplicación.
¿Está nuestra sociedad realmente preparada para este control total?
De hecho, un tercio de los consumidores españoles reconoció tener problemas para comprender cómo funciona un sistema de calificación social. Saben que es imposible descubrir su puntuación, cómo se calcula y cómo se puede corregir si hay inexactitudes. Pero, además, dado que estos sistemas se basan en algoritmos automatizados de aprendizaje automático, es difícil saber qué elecciones hacen y si es posible confiar en ellos, especialmente en términos de seguridad.
Según la perspectiva de Kaspersky sobre la seguridad de los sistemas de puntuación social, estos sistemas pueden ser especialmente vulnerables a la manipulación artificial, como la posibilidad de bajar la puntuación de alguien con diversos fines. Además, como cualquier otro sistema informático, son susceptibles de diferentes tipos de ataques, ya sea debido a implementación técnica y de programación o a la mecánica del sistema. Esto último podría dar lugar a la aparición de un nuevo tipo de mercado negro en el que las puntuaciones de los usuarios pudieran convertirse en dinero real y viceversa.
Sin embargo, esto no impide que se sigan reuniendo datos, sobre todo cuando las personas están dispuestas a permitirlo. El informe de Kaspersky revela que más del 35% de los encuestados españoles compartiría datos privados sensibles a cambio de beneficios, con recompensas tan simples como asegurarse mejores tarifas, descuentos, o recibir servicios especiales. Además, los consumidores están mucho más preparados para compartir sus perfiles de redes sociales para otros aspectos de su vida cotidiana.
Claramente, las cuestiones de seguridad son especialmente importantes para los consumidores. Más de un tercio de los encuestados españoles dice estar conforme con que el gobierno supervise la actividad de las redes sociales para mantener a los ciudadanos seguros. Según explicaba Marco Preuss, director del Equipo de Investigación y Análisis Mundial de Kaspersky en Europa:
Durante las situaciones de confinamiento global, los usuarios no tienen otra opción que confiar en los servicios online. Y por la necesidad de tomar el control de su vida pública hoy, las personas pueden perder el control de sus propias vidas mañana”
Si bien el panorama digital actual puede hacer que parezca que inevitable el compartir nuestra información personal online, la protección de la privacidad, tanto online como offline, sigue siendo posible. Kaspersky aconseja a los consumidores que tomen las siguientes medidas para protegerse: