Acercándonos a la época navideña, como vendedores, también nos debemos apresurar a tener todo listo para la vorágine comercial. Un momento en el que los consumidores no solo buscan el producto al mejor precio sino también un servicio y asesoramiento que les lleve al regalo perfecto. Y en esta búsqueda nos topamos con un recurso comercial: las tarjetas regalo.
Definir una tarjeta regalo es bastante sencillo. Básicamente se trata de una documento, ya sea físico o digital, con una referencia que permite al receptor canjearlo por un importe concreto en un servicio o tienda. Una opción que da la libertad de disponer de ese crédito para el momento más apropiado o elegir entre el catálogo del punto de venta en cuestión.
No podemos negar que el recurso de las tarjetas regalo está masificado. Desde viajes, comidas u hoteles pasando por todo tipo de servicios de ocio de todo tipo, entre los que se encuentran las opciones tecnológicas. Ahí nos encontramos desde Spotify, iTunes o PlayStation Store. Una infinita lista a la que se va a unir Fornite ofreciendo paquetes para la compra de objetos dentro del videojuego. Una propuesta que no sabemos cuándo llegará a España, pero que nos habla de la tarjeta regalo como una moda no pasajera.
La tarjeta regalo no parece pasar de moda
Viendo el potencial muchos vendedores promueven su propia tarjeta regalo. Entre los ejemplos nos encontramos con clásicos como El Corte Inglés, e-tailers como Amazon o PcComponentes o tiendas físicas como Fnac. Incluso fuera del sector TI, compañías como Mastercard, CaixaBank o cualquier marca del grupo Inditex cuentan con su fórmula de regalo.
Las razones de este auge son evidentes. Las tarjetas regalo se convierten en una opción de éxito si no se tiene claro qué regalar o si teniéndolo claro, se quieren dar facilidades al usuario para que escoja el momento en el que quiera apuntarse. Una forma de incentivar el consumo en una tienda y fomentar la fidelización de un nuevo cliente, el receptor. Una doble oportunidad de vender más.
Lo primero y más evidente es tener esa opción disponible en nuestro comercio. Las tarjetas regalo encajan en cualquier tipo y tamaño de negocio lo que permite mirarnos de tú a tú con los grandes por lo que no está de más ofrecer esa opción.
A partir de ahí, la imaginación es el único limite. Si somos un pequeño negocio podemos aprovechar nuestra agilidad y flexibilidad para aportar nuevas ideas de valor: dar opciones de tarjetas regalo con diferentes importes, tramitar nuevos servicios añadidos o promover descuentos exclusivos después del uso de las tarjetas tanto para el emisor como para el receptor son algunas alternativas.
Fomentar su uso también depende cómo le trasladamos la propuesta al cliente a través de estrategia de comunicación y/o marketing. Si somos una tienda on-line, tendremos que comunicar que tenemos esa opción por diferentes vías. Si contamos con un punto de venta físico, podemos exponerlo en un lugar privilegiado para captar la atención de los más indecisos o incrementar el importe del ticket medio.
Además debemos tener claras las condiciones de uso de esas tarjetas regalo. Algunas cuentan con una fecha límite de uso, otras dejan abierto el período pero con la condición de uso en determinados productos o servicios, y otras abogan por dar la máxima libertad. En cualquier caso, deberemos dejar claros los términos para que no haya ninguna confusión a posteriori que nos haga dar una mala experiencia.
Imagen | Artistiq Dude