Cuando hablamos de tecnología a menudo miramos a epicentros como Estados Unidos o China y obviamos otros donde se hizo y se hace mucha innovación y desarrollo. Hablamos de Japón, cuna de gran parte de la industria de impresión. Pero ¿por qué? ¿qué atractivo tuvo este país para convertirse en el origen de tanta compañía del sector?
Si echamos un vistazo a los grandes fabricantes asociados a la impresión pronto nos damos cuenta que Japón está íntimamente ligado a la impresión. Xerox (propiedad de Fujifilm), Canon, Epson, Kyocera, Ricoh, OKI, Konica Minolta o Brother son algunas de las referencias del sector que se originaron en el país del sol naciente. Entre las excepciones que confirman la regla nos encontramos a HP y Lexmark.
Japón, cuna de la impresión
Para entender por qué Japón es la cuna principal de los fabricantes de impresión es necesario retroceder en el tiempo. Podemos irnos hasta los años 70, tras la II Guerra Mundial, cuando el país vivió una época de esplendor de expansión después de duros años de debacle económica.
La inversión de Estados Unidos en el país por interés geopolíticos así como las iniciativas gubernamentales para incentivar la economía nacional surtieron efecto. Desde 1975 hasta los 90 las empresas japonesas comenzaron a desarrollar productos en todos los ámbitos: automóviles, calculadoras, fotografía u ordenadores y por supuesto, el terreno de las impresoras y faxes de la época.
Al cobijo de esta fase expansiva nacieron las compañías de impresión. Japón pasó de ser receptor de tecnología occidental a crearla. Algunas como Brother comenzaron fabricando máquinas de coser o Canon con cámaras fotográficas pero pronto vieron que las empresas también necesitan imprimir. De esta manera a finales de los 80 y principios de los 90 aparecieron las primeras patentes en este entorno: inyección de tinta, impresión láser o los primeros dispositivos multifuncionales.
Los productos de impresión de las empresas japonesas destacaban por contar, en ese momento, con una calidad superior con una fabricación altamente rentable. Además el I+D y el buen caldo de cultivo en el país con una administración pública dispuesta a invertir dieron resultado creando compañías que son referencias a día de hoy.
Decisivo también fue también la liberación de las patentes de Xerox, en su día todavía americana, que cultivaba un monopolio mundial en torno a la copia de tinta en seco. A partir de este momento, la compañía americana comenzó un declive que ayudó también a resurgir y aupar a las opciones japonesas.
La creciente fuerza de la industria de impresión japonesas hizo que compañías europeas y americanas del sector fueran absorbidas. De esta manera, míticas de la época como Gestetner, Rex Rotary y Lanier eran integradas en Ricoh o la fusión de Konica Minolta se quedó con Develop en Alemania. Más cercano a nuestros tiempos tenemos la compra de OCE por parte de Canon, o la de Xerox por parte de Fujifilm.
Impresión actual
De la imprenta creada por Gutenberg en Alemania hasta la actualidad han pasado siglos de historia y evolución. La primera máquina de impresión con tipografía móvil ha sido relevada por equipos multifuncionales capaces de realizar tareas en cuestión de minutos o incluso, segundo. Una cambio impresionante dominado por las empresas niponas.
Ahora hablamos con facilidad de gestión documental o de servicios de impresión gestionada promoviendo una industria que va a menos en cuanto a la impresión más tradicional pero que busca nuevos horizontes alrededor con servicios de valor añadido.
Los grandes referentes en impresión japoneses siguen innovando. Ejemplos hay muchos: desde la máquina que reconstruye el papel impreso de Epson hasta la inteligencia artificial que promueve Xerox para facilitar flujos de trabajo pasando por la impresión 3D donde muchos nuevos fabricantes han entrado para cubrir nichos que aún están por descubrir.