Cuando hablamos de monitores para gaming entran en juego una serie de elementos que siempre debemos tener en consideración, como la resolución de pantalla, el tiempo de respuesta, el tipo de panel utilizado, la tasa de refresco, el formato y la cantidad de conexiones que integra.
Todos esos elementos son, en suma, los que dan forma al conjunto de especificaciones básicas de un monitor, pero no todo el mundo tiene claro qué representa cada uno de ellos exactamente ni por qué son tan importantes en un monitor para gaming.
En este artículo vamos a hablar de dos aspectos que se mantienen, sin duda, como los mayores desconocidos del sector de monitores gaming a día de hoy: el tiempo de respuesta y la tasa de refresco. La idea general que tienen la mayoría de los usuarios es simple: el tiempo de respuesta tiene que ser siempre lo más bajo posible, y la frecuencia de refresco todo lo contrario, es decir, lo más elevada posible.
Esa asociación es, a groso modo, correcta, pero necesita matices y una explicación para que sepamos asociar ambos conceptos y ofrecer al cliente un monitor debidamente ajustado a sus necesidades reales, y también a su presupuesto.
Es muy importante, ya que ambos son claves a la hora de determinar las prestaciones de un monitor y afectan directamente a la experiencia de uso. Ofrecer un monitor con un tiempo de respuesta y una tasa de refresco inapropiada para un determinado cliente tendrá un final claro: quedará insatisfecho con la compra.
Empezaremos por definir qué es exactamente el tiempo de respuesta y la tasa de refresco, ya que de nada sirve profundizar en lo que representan ambos y en el valor que aportan si no tenemos claro su significado.
Se define como el tiempo que tarda un píxel en cambiar de color (de blanco a negro, o de gris a gris), y se expresa en milisegundos (ms). Cuando estamos jugando el monitor muestra de forma continuada imágenes que representan millones de píxeles cambiando de color constantemente.
Pues bien, si el tiempo de respuesta es demasiado alto y las escenas de acción se suceden con rapidez podríamos llegar a ver estelas y sombras, efectos muy molestos derivados de la incapacidad de los píxeles de cambiar de color a una velocidad acorde a la representación de imágenes que tenemos en pantalla.
Como dijimos un tiempo de respuesta muy elevado puede afectar en gran medida a la experiencia de uso de un monitor, y cuando hablamos de modelos para gaming puede llegar a arruinarla por completo, sobre todo si el cliente quiere competir con otros jugadores.
¿Cuál es el tiempo de respuesta ideal? En general podemos tener claro que cualquier monitor gaming que se sitúe en un nivel igual o inferior a los 5 ms podrá ofrecer una buena experiencia de uso. Actualmente la mayoría de los modelos de gama media y gama alta, como el LG 27GK750F-B y el LG 34GK950G Gaming UltraWide ofrecen un tiempo de respuesta sobresaliente de 1 ms.
Representa el número de veces que un monitor actualiza la imagen en un segundo, y se mide en Hertzios (Hz). Un monitor de 30 Hz actualizará la imagen 30 veces en un segundo, uno de 60 Hz la actualizará 60 veces en un segundo y uno de 120 Hz lo hará 120 veces.
La tasa de refresco está muy unida a la tasa de fotogramas, también conocido como por sus siglas en inglés: «FPS». Los fotogramas por segundo son el número de imágenes que un contenido multimedia, en este caso un juego, genera en un segundo. Si un juego genera 60 fotogramas por segundo y estamos utilizando un monitor gaming de 60 Hz tendremos una unión equilibrada, ya que la imagen se actualizará 60 veces en un segundo y dispondrá de 60 imágenes.
Esta idea es muy fácil de entender, ¿pero qué ocurre si tenemos un monitor de 30 Hz o de 60 Hz y obtenemos 60 FPS o 120 FPS? Pues que el monitor nos estará limitando y no notaremos diferencia, ya que solo podrá manejar 30 FPS o 60 FPS. Unir una buena tasa de refresco y de FPS se traducirá en una sensación óptima de fluidez en la visualización de imágenes, que será mayor cuanto más altos sean ambos valores.
¿Cuál es la tasa de refresco ideal en monitores gaming? Pues dependerá de la configuración general del equipo, pero actualmente no deberíamos elegir nada con una tasa de refresco inferior a los 60 Hz si vamos a jugar. El nivel óptimo lo encontramos en los 120-144 Hz.
Ahora que tenemos claro qué es el tiempo de respuesta y la tasa de refresco y por qué son importantes podemos entrar a ver las conclusiones clave que debemos sacar de esta exposición, y son muy sencillas.
Cuando tenemos que elegir un monitor gaming debemos priorizar el equilibrio. Un monitor para gaming debe tener una resolución que entre dentro de las posibilidades del equipo de cliente, ya que de nada servirá recomendar un modelo 4K a un cliente que tiene un PC que solo puede mover de forma fluida juegos en 1080p.
A esto debemos unir el tiempo de respuesta, que como dijimos debe estar entre 1 ms y 5 ms, y la tasa de refresco. En cuanto a la tasa de refresco como indicamos lo ideal es buscar monitores con una tasa de refresco de 120 a 144 Hz.
Los monitores LG para gaming tienen tasas de refresco que no solo alcanzan sin problema esos niveles, sino que incluso llegan a doblarlos, y vienen acompañados, además, de las tecnologías FreeSync de AMD y G-Sync de NVIDIA, que mejoran la sincronización de fotogramas para ofrecer una experiencia perfecta.