Amazon o eBay son las primeras referencias que nos vienen a la cabeza a la hora de hablar de marketplaces. Estas plataformas de venta que aglutinan productos de diferentes marcas y tiendas concentran ya un tercio de los pedidos gestionados por comercios. Un índice que muestra su repercusión presente y futura.
En España, casi la mitad de las tiendas on-line, entorno al 44%, según datos de The Valley, opera en alguna de estas plataformas. Se trata de una tendencia que no sólo favorece el aumento de la facturación, cifrada en más de 250 millones de euros en el caso de las pymes durante 2017, sino que también contribuye al crecimiento del negocio.
Sin embargo, también puede traer consigo una competencia feroz por tener el mejor precio o servicio postventa. Un mundo donde casi todo vale para estar en los primeros puestos, incluido el pago de elevadas comisiones de venta y posicionamiento.
En este sentido, es fácil que nos planteamos si nuestra presencia en un marketplace es oportuna o no. Dependerá mucho de nuestro posicionamiento, estrategia y objetivos a nivel de negocio, pero en líneas generales podemos decir que estar en estas plataformas de referencias nos traerá más ventajas que desventajas.
Conseguir una visibilidad similar a la que nos da un marketplace por cuenta propia no es sencillo. Estas plataformas están preparadas para atraer un público masivo gracias a ofertas agresivas y servicios de valor añadido que difícilmente puede dar una pyme si quiere ser rentable.
Un posicionamiento que nos puede ayudar a vender más destacando entre la marabunta de opciones de las que dispone el consumidor on-line. La gran ventaja de estos marketplaces.
Pero este buen posicionamiento no es gratuito. Como ya comentábamos estos espacios de venta exprimen al máximo a los vendedores para traducir su buen posicionamiento, servicio o reputación en dinero. Y es ahí donde debemos balancear si merece la pena pagar el precio de las comisiones por las ventas conseguidas.