Sabemos que Intel tiene problemas para cubrir la enorme demanda que recibe tanto del mercado de consumo general como por parte de sus principales socios (los OEMs), una situación que el gigante del chip ha reconocido y que está intentando mitigar con a través de dos grandes vías.
La primera implica invertir para mejorar su capacidad productiva en diferentes plantas, algo que ya vimos en su momento en este artículo, y la segunda pasa por derivar parte de su producción a otras empresas, como TSMC, o volver a procesos de fabricación anteriores en aquellos componentes en los que dicho movimiento sea viable, como sus chipsets de gama baja, por ejemplo.
No hay duda de que la excesiva dependencia de Intel del proceso de 14 nm se está dejando notar y ha colocado al gigante del chip en una situación de «muerte por éxito» de la que no podrá salir a corto plazo. Sus procesadores se siguen vendiendo de maravilla, pero el gigante no da abasto para cubrir la demanda, y algunos OEMs (como ASUS) creen que la situación no mejorará de verdad hasta mediados de 2019.
El caso es que según las últimas informaciones que nos llegan de fuentes de la industria Intel reducirá el suministro de procesadores al canal durante el cuarto trimestre de 2018. Se habla de un recorte de hasta 2 millones de unidades, y la razón que explica ese movimiento es muy sencilla: el gigante del chip dará prioridad al suministro de procesadores dirigido a OEMs.
Todavía es pronto para sacar conclusiones, pero viendo la situación que vive ahora mismo el canal minorista podemos dar por hecho que habrá una escasez más marcada de procesadores Intel y que los precios seguirán subiendo. En cuanto a los vendedores de placas base obvia decir que este panorama podría afectar de forma significativa a sus envíos de placas base durante el cuarto trimestre del año. Según DigiTimes se espera una caída del 10 al 20 por ciento.