Los datos representan valor en sí mismos; ha quedando comprobada su trascendencia en múltiples aspectos. No temamos al Big Data, pero tampoco desaprovechemos esa información descuidándola.
Durante los años que llevo dedicados al Big Data, he sido testigo de muchas y diversas opiniones al respecto de este concepto, tanto en un entorno profesional como en sondeos a personas fuera del área tecnológica. Lo curioso es que, en ambos casos, la respuesta ha sido idéntica: el Big Data produce un notable temor, fruto, en gran medida, del desconocimiento.
A este respecto, la mayor parte de las preocupaciones se centran en torno a una serie de preguntas: “¿Conocen mis gustos? ¿Intuyen mis datos? Si hacen máquinas cada vez más inteligentes, ¿acabarán controlando el mundo? ¿…?”
Para poder comprender bien la preocupación de la sociedad, es relevante entender el “Hype Cycle”, un término acuñado por Gartner y basado en la Ley de Amara. Este es una representación de la madurez, adopción y aplicación comercial de tecnologías específicas.
Según Gartner, tras el lanzamiento de una nueva tecnología, aparece lo que se denomina el pico de expectativas sobredimensionadas, que suelen ser provocadas por una publicidad temprana y un exceso de información. Es en este punto cuando empiezan los temores y donde surgen las preguntas, contestadas, en su gran mayoría, con ejemplos catastróficas de ciencia ficción.
Si ponemos la vista en el pasado, comprobamos cómo el ser humano siempre se ha ayudado de la tecnología para mejorar su entorno y perfeccionarse a sí mismo, y aunque siempre hemos tenido cierto miedo al cambio, hoy en día nos costaría mucho vivir sin aquellos avances tecnológicos, que una vez, hace mucho, nos aterrorizaron.
El Big Data es en estos días, sin duda, una de las tendencias más relevantes. Lo más complicado ha sido empezar a encontrar casos de uso reales y funcionales, pero ya se contabilizan en diferentes sectores.
Así, por ejemplo, en Sanidad, el Big Data puede suponer un avance muy significativo. En el área de diagnóstico, ya han tenido lugar las primeras pruebas, combinando Big Data con Machine Learning, y comparando información médica e historias de millones de pacientes para obtener diagnósticos más eficaces.
A nivel social, y a fin de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, ya se ha empezado a trabajar en el desarrollo de Smart Cities, ajustando los servicios urbanos a las necesidades reales de las personas.
En el mundo empresarial, donde el cliente es la piedra angular de cualquier estrategia comercial, el óptimo análisis de los datos está permitiendo a las empresas ofrecer mejores servicios a estos usuarios. Así, disponer de información de valor (por ejemplo, tendencias de mercado) asegura a las empresas poder anticiparse a las futuras necesidades de sus clientes.
Demostrada su efectividad y trascendencia en múltiples aspectos y sabiendo que su uso proporciona una gran ventaja competitiva para la empresas, el Big Data resulta vencedor en esta carrera de fondo. Queda patente que no hay que temerlo, pero hablamos de datos y, por tanto, tampoco hay que descuidarse.
Efectivamente, como ocurre con el resto de la información almacenada, toda empresa que apueste por Big Data no debe olvidar invertir en seguridad para garantizar la máxima protección de la información. ¿Acaso hay muchas empresas que no manejen datos sensibles?
Del mismo modo, con la entrada en vigor del nuevo Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), las compañías dedicadas a la implantación de sistemas de gestión de información deben poner especial cuidado en la custodia, manejo y uso de los datos recogidos de clientes, implementado las medidas necesarias para asegurar que se cumplen los procedimientos que marca la normativa vigente.
En este contexto, confiar en un socio capaz de recomendar soluciones globales que incluyan desde la recogida y encriptación de los datos, hasta la creación de cuadros de mando específicos y de calidad, es una buena solución.