La democratización del cloud nos hace crecer a veces que prácticamente todo lo que se vende es cloud. Nada más lejos de la realidad si atendemos a las previsiones de Gartner que nos hablan de bajos índices de incidencia en el mercado TI corporativo. En 2018 tan solo el 19% de los ingresos irán a parar a la nube; en 2022 supondrá el 28%.
Las empresas continuarán apostando por el cloud pero de una forma muy medida. El crecimiento tendrá especial incidencia en segmentos como el software o los procesos de negocio externalizado (outsourcing) pero no evitará que en 2022 el 72% de los ingresos sigan proviniendo de la parte más tradicional.
Por su parte, la infraestructura, ámbitos mucho más críticos en las empresas, irán pasando al cloud más lentamente. En cuatro años solo el 22 de los sistemas estarán en la nube mientras que el 20% del software de infraestructura será cloud.
El bajo porcentaje que representa y representará el cloud en el entorno TI corporativo no tanto una mala noticia como una realidad. El ritmo de adopción es lento pero seguro y supondrá un negocio de 1,3 billones (millones de millones) de dólares en 2022.
Y es que aunque el cloud es una tecnología de futuro, lo cierto es que su adopción tanto en el canal de distribución como en las empresas finales no es tan rápido como a muchos les gustaría. Los fabricantes están esforzándose al máximo por acelerar este cambio que supone una oportunidad de negocio.
Pese a los años, todavía hay muchas barreras. Un parqué no preparado, unas empresas con culturas muy tradicionales o presupuestos que no permiten una transformación tan elevada. Todo ello en un entorno que marca unas reglas del juego diferentes con requisito empresariales novedosos.
En todo este engranaje es donde deben posicionarse los proveedores para conseguir que estos ratios vayan al alza. Más formación y especialización para marcar el camino a sus clientes. ¿Estás en ello?
Imagen | Dieter Pelz