Hay cosas que es mejor no contar por las consecuencias que puede acarrear. Eso es justo lo que pensaron Google y Mastercard al negociar la propagación de una herramienta de seguimiento que media el efecto de los anuncios on-line en las tiendas físicas. Un servicio que ponía en tela de juicio la privacidad de los compradores y que finalmente no se ejecutará, al menos, de forma conjunta.
El acuerdo entre Google y Mastercard parece que se ha roto. Lo revela Bloomberg aludiendo a fuentes cercanas a esa alianza que llevaba cuatro años en trámite pero que finalmente no llega a buen puerto. Ambas corporaciones cierran este libro de largos capítulos.
Todo comenzó cuando Google quiso pagar a Mastercard millones de dólares por los datos de sus clientes que podría al servicio de la herramienta que había gestado. Con esta propuesta empezó la negociación para saber quién se llevaría los ingresos de los anuncios y en qué proporción. Un proceso que no ha conseguido un buen final.
Denominada Store Sales Measurement, este servicio de Google se presentaba el pasado año como una innovación para que los anunciantes entendieran la repercusión on-line en el comercio físico. Una herramienta que sonaba muy bien de cara a los vendedores que demandan más análisis e información pero que pone en tela de juicio hasta donde puede llegar una tecnológica.
Los datos suministrados a Cambridge Analytica por parte de Facebook y el revuelo causado por esta acción ponen de manifiesto que no vale todo para los cibernautas. Estos, sin ser muchas veces conscientes de todos los datos que están revelando, ponen el grito en el cielo cuando una gran tecnológica emplea su nombre o condición política para algo más que mostrarle sugerencias personalizadas.
Aunque Google ha desestimado hablar sobre el acuerdo, sobre la herramienta en cuestión y respecto a la privacidad comentaba un portavoz de la casa:
Antes del lanzamiento el pasado año, hemos construido una tecnología de doble encriptación que previene que Google o sus partners vean datos personales de los usuarios que puedan identificarles. No accedemos a su información personal ni compartimos ningún dato».
Aún así, el potencial de un servicio de este tipo vuelve a abrir el debate. ¿Hasta qué punto una tecnológica puede hacernos un seguimiento dentro y fuera de Internet? ¿Dónde están los limites de la privacidad?
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