Las consolas siempre han tenido un ciclo de renovación determinado que no ha coincidido exactamente con el final de su ciclo de vida. Esto ocurre porque cuando llega una consola de nueva generación no sale rentable dejar de apoyar directamente a la generación anterior debido a su alta cuota de mercado.
Para entenderlo basta con poner un ejemplo sencillo: cuando se produzca la transición de PS4 a PS5 la primera tendrá un total de unidades vendidas de entre 90 y 100 millones de unidades según las estimaciones de los analistas, mientras que la segunda sumará unos pocos millones de usuarios durante su primer año.
Esta situación se ha venido dando prácticamente en todos los saltos generacionales, aunque fue especialmente notable con el paso de PS3 y Xbox 360 a PS4 y Xbox One, y lo mismo ocurrirá con el salto de PS4 y Xbox One a PS5 y Xbox Two, ambas generaciones coexistirán durante al menos un par de años hasta que se asienten los modelos de nueva generación como pasó con la transición anterior.
Con esa estrategia se facilita la transición a los propios usuarios pero también al canal al dar un tiempo considerable para que se puedan llevar a cabo limpiezas de stock. El ciclo de renovación tampoco a va a cambiar, ya que según las últimas informaciones tanto Microsoft como Sony anunciarán sus consolas de nueva generación en 2020, una fecha que marcaría una distancia de 7 años entre el lanzamiento de PS4 y Xbox One y el de PS5 y Xbox Two.
Si miramos la distancia que hubo entre el lanzamiento de Xbox 360 y PS3 y el de Xbox One y PS4 nos damos cuenta de que fue prácticamente idéntico: 8 años y 7 años respectivamente, datos que confirman como hemos dicho que el ciclo de renovación de las consolas se mantiene prácticamente inalterado.