5G son las siglas utilizadas para definir la nueva generación de redes de comunicaciones de banda ancha móvil. Sucesora del actual 4G, espera ser la solución a la explosión de la demanda de comunicaciones, servicios y aplicaciones móviles con grandes ventajas en capacidad, latencia y especialmente en rendimiento, con velocidades teóricas de transferencia de datos en bajada de hasta 10 Gbps frente a los 75 Mbps del actual 4G-LTE. Un rendimiento que pulverizaría el de las redes Wi-Fi y que incluso superaría a muchas redes cableadas actuales.
Las grandes compañías de telecomunicaciones, fabricantes y proveedores llevan tiempo creando redes de prueba y prototipos capaces de soportar redes 5G, con el objetivo de una disponibilidad general comercial prevista para 2020. Esta misma semana conocíamos el anuncio de Qualcomm de la “primera conexión de datos 5G exitosa” utilizando el módem 5G Snapdragon X50 y el primer diseño de referencia de móvil inteligente que permitirá a sus socios crear modelos para prueba y optimización de la tecnología 5G.
Sin embargo, todavía hay cuestiones a resolver. Falta acordar las especificaciones exactas a nivel internacional, desplegar un gran número de estaciones base, poner en el mercado dispositivos cliente que lo soporten y definir el modelo de negocio para este 5G.
Un informe de CCS Insight nos pone sobre la pista de la tasa de adopción prevista. Los analistas esperan que 2020 sea efectivamente el año del lanzamiento comercial. En 2023, 5G habría llegado a 1.000 millones de usuarios, mientras que en 2025 superaría los 2.500 millones de clientes.
CSS considera que 5G despegará más rápido que cualquiera de las generaciones de banda ancha móvil anteriores
También creen que China dirigirá la próxima revolución móvil con la mitad de los clientes de 5G. Ello se explica por la ambición política de dirigir esta tecnología, su inmensa población, la velocidad vertiginosa a la que han actualizado los usuarios chinos a 4G-LTE y la posición de privilegio de Huawei, la compañía que junto al operador ruso MegaFon desplegará esta tecnología a modo de prueba en el Campeonato mundial de fútbol de 2018.