Si tenemos que hablar de algún fabricante referencia en pantallas OLED ese es Samsung. Su negocio como proveedor le ha ayudado a reportar unos beneficios más que significativos poniendo en alerta a sus competidores directos. LG y Apple ya están trazando estrategias para frenar este dominio que les puede crear una dependencia demasiado grande.
LG ha anunciado la inversión de más de 8.000 millones de dólares para incrementar sus instalaciones para la producción de pantallas grandes y pequeñas OLED. La planta estará lista para el verano de 2019. De hecho, junto a Samsung, es el único gran jugador con capacidad de proveer a terceros de estos paneles que necesitan fuertes capitales que las sostengan.
Por su parte, Apple está comprando maquinaria para crear una planta de I+D en Taiwán, dedicada totalmente al desarrollo y la producción de dicho tipo de paneles. Un paso con el que quiere llegar al todavía sueño de construir un iPhone sin tener que depender de Samsung. Un utópico deseo por los costes que supone contar con la maquinaria e infraestructura necesaria. Tanto es así que se espera que para el próximo terminal de la casa, Samsung suministre unos 80 millones de paneles.
El creciente poder de Samsung
Prácticamente sin hacer ruido publicitario, Samsung ha consolidado su negocio como suministrador de paneles OLED. Fabricantes como los mencionados Apple o LG pero también superventas como Xiaomi están proveyéndose de la industria de Samsung para sus dispositivos. Un gigante capaz de producir entre 180.000 y 270.000 paneles OLED al mes. Una capacidad un 30% superior a la de sus competidores. Y eso sin contar los planes de expansión que tiene previstos.
Aunque los últimos resultados de Samsung no desglosaron los ingresos de la unidad de pantallas, es evidente que esta división impulsó el incremento de los beneficios de un 72%. Junto con el suministro de semiconductores, la marca coreana ha construido un espacio mucho menos visible de negocio pero mucho más rentable que el agresivo mundo de la movilidad.