Durante los últimos meses hemos hablado de muchas cosas importantes a la hora de elegir adecuadamente un disco duro, como por ejemplo su nivel de consumo, ruido y rendimiento, pero también sobre otros aspectos importantes como la garantía, la fiabilidad y las tecnologías que incorpora.
Dentro de estos elementos hemos ignorado uno que, francamente, resulta básico, el tamaño del disco duro. Lo sé, para muchos es un punto sencillo y que no genera conflicto, ya que por lo general la mayoría de los usuarios opta por adquirir un HDD con un tamaño quizá algo más grande de lo que cree que necesitará, ya que dicho error no tendrá consecuencias de importancia.
Con todo para una gran parte de consumidores la elección de un disco duro de uno y otro tamaño normalmente obedece más a razones «de oídas», que les llevan por el camino de «cuanto más grande, mejor», algo que resulta erróneo a todas luces.
Dicho esto intentaremos aclarar de la forma más simple posible los aspectos esenciales que debemos tener en cuenta a la hora de decidir el tamaño de nuestro nuevo disco duro, algo que, como dijimos, no plantea problema para los compradores más avanzados, pero que puede ser todo lo contrario para los menos expertos.
Si vamos a utilizar el HDD en un ambiente doméstico o profesional sencillo, es decir nada de grandes centros de datos o similares, tenemos tres grandes posibilidades que, en esencia, determinarán que nos inclinemos por una u otra capacidad.
Junto al disco duro principal debemos tener en mente que también es una buena opción hacerse con uno secundario, bien interno o bien externo, ya que el mismo nos permitirá guardar nuestros datos y contenidos, de forma que el riesgo a perderlos se reduce considerablemente.
Actualmente el precio de los HDD es muy reducido, tanto que la adquisición de un segundo disco duro resulta una alternativa muy buena para garantizar la seguridad de nuestros datos.
En este caso la capacidad del mismo debe ser, como mínimo, la misma que la de nuestro disco duro principal, aunque en este caso lo más aconsejable es que sea bastante mayor, ya que al ir realizando copias de seguridad iremos vaciando el principal y llenando el secundario.
A modo de ejemplo podemos señalar que si tenemos un disco duro principal de 500 GB lo más recomendable es adquirir uno secundario de 750 GB o de 1 TB.