Los discos duros son uno de los componentes más importantes dentro de un equipo, pero por desgracia muchos usuarios no son totalmente conscientes de ello.
En este sentido sigue reinando la creencia errónea de que un disco duro es mejor sólo por tener más capacidad de almacenamiento, algo muy extendido entre los usuarios menos expertos.
Lo cierto es que es innegable, la evolución de los discos duros, también conocidos como HDDs, ha tenido como objetivo aumentar la capacidad de almacenamiento, algo que continuará en los próximos años, pero los avances en este sector han ido mucho más allá.
Así, podemos destacar por ejemplo las importantes mejoras a nivel de rendimiento que han experimentado los HDDs tradicionales, y que han servido para reducir latencias y conseguir velocidades de transferencia impensables hace unos años.
Pero no todo se ha limitado a mejorar el rendimiento, sino que además se ha buscado mejorar su funcionamiento y alargar su vida útil, algo que ha sido posible gracias a tecnologías como StableTrac y No Touch de WD.
Junto a esto debemos tener en cuenta la bajada de precios que han ido experimentando durante los últimos años, hasta tal punto que han logrado colocarse como la solución de almacenamiento más económica que existe a día de hoy.
Podemos ilustrar esta afirmación con un claro ejemplo. A día de hoy un disco duro WD Black de 2 TB tiene un precio aproximado de 120 euros, lo que nos deja un coste por GB de unos seis céntimos de euro, cifras que actualmente no tienen competencia.
Sí, el almacenamiento flash sigue pisando fuerte, sobre todo tras el despegue de tablets y smartphones, pero lo cierto es que el disco duro tradicional tiene todavía mucho que decir a largo plazo.
Esto es evidente, ya que en relación calidad-precio-capacidad no tienen, como decimos, competencia, y de nuevo podemos ilustrar esta afirmación con otro ejemplo.
Como sabemos los SSDs han bajado de precio considerablemente durante los últimos años, y ofrecen un rendimiento muy alto, pero su relación de coste por GB los aleja todavía en gran medida del mercado de consumo.
Si quisiéramos hacernos con un SSD de 1 TB tendríamos que pagar una media de 430 euros, prácticamente la mitad de lo que cuesta un PC de gama alta, mientras que un WD Black de 1 TB nos saldría por unos 70 euros.
Se puede decir más alto pero no más claro, los HDDs tienen todavía mucha vida por delante y su papel no será ni mucho menos secundario, ya que se mantendrán como la solución primaria de almacenamiento en casi todos los sectores.