La historia que relaciona Ecuador y el software libre viene de la mano de Rafael Correa. El presidente antes de ser elegido ya comenzó a entablar relaciones con Richard Stallman, padre del software libre. Cuando llegó al poder instauró este código como política de Estado. A partir de ahí, los hecho se han ido sucediendo a favor del software libre.
En la actualidad, el software libre está plenamente integrado en el día a día de la Administración pública ecuatoriana. Tanto es así que los votos de la Asamblea Nacional, la gestión de trámites e incluso, la administración de correo electrónico y redes inalámbricas funciona gracias a proyectos de software libre.
Ecuador ha conseguido instalar una buena base para que países vecinos tomen ejemplo. De hecho, Reynaldo Gaibor, sub-director de consejo nacional judicial del gobierno de Ecuador aseguró durante el Zentyal Summit 2013 que «aunque de momento, no hay acuerdos con otros países, la idea es crearlos para que el sistema se extienda».
De momento, sabemos que Venezuela cuenta con su propia distro denominada Canaima mientras que en Brasil tiene una industria alrededor de este software.
En España, el gobierno extremeño ha vuelto a hacer sus pinitos con la instalación de 40.000 ordenadores de la administración con LinGobEx después de abandonar Linux. Un proyecto que se espera que esté listo antes de año. El ayuntamiento de Zaragoza también está probando con el equipo de AZLinux las lindezas del software libre.
Sin embargo, pocos ejemplos más tenemos en España relacionados con la administración pública y el software libre.
Los seguidores del software libre tienen claras las ventajas del código abierto. No obstante, el común de los mortales todavía confían más en Windows que en sistemas operativos como Linux. Pero ¿por qué es irracional este pensamiento? Os damos algunos argumentos de venta para los proveedores e integradores: