Los ataques que sufrió la compañía a principios de año, y que afectó seriamente a varias decenas de multinacionales, le ha salido muy caro a Google. Por ello, se han puesto a trabajar para reforzar la seguridad de su servicio de correo electrónico, la principal entrada de malware.
Hasta ahora, el titular de la cuenta de Gmail podía consultar las direcciones IP de Internet desde que las se han enviado los últimos mails recibidos. Esta dirección permite localizar por aproximación el origen geográfico de la petición, aunque no la identidad concreta del internauta.
A partir de ahora, y en función de esta información, si Gmail detecta que alguien accede desde un país distinto a la misma cuenta a la que accedió horas antes, advertirá al titular de este hecho porque resulta sospechoso.