El boom de los netbooks es indiscutible, ordenadores portátiles con precios que oscilan entre 200 y 300 euros y que han supuesto un verdadero éxito en ventas. Pero aunque parezca mentira este éxito no tiene por qué ser bueno para los fabricantes y la industria en general. Algunos representantes de grandes compañías murmuran o se declaran abiertamente en contra de este formato que está reduciendo los beneficios de las grandes empresas y afectando a los precios de otros productos.
A pesar de que los fabricantes ponen buena cara y aseguran que el netbook es un segundo ordenador y que no afecta a las ventas, lo cierto es que en privado los grandes de la industria están preocupados por el fenómeno. Precios bajos, márgenes muy ajustados y una marea de compradores de ordenadores baratos que es difícil de parar pueden acabar con el PC tal y como lo conocemos. Veamos por qué.
Los netbook están siendo todo un fenómeno en ventas estos años. La consultora Gartner prévé que para 2012 las ventas de estos pequeños ordenadores portátiles alcancen los 50 millones de unidades. Incluso en años de crísis para el sector como han sido estos últimos, la venta de estos ordenadores creció a pesar de que la venta del resto de ordenadores descendía drásticamente. Y en las aulas y en otras aplicaciones, el netbook también gana la batalla, como con el plan Escuela 2.0.
Y es que el netbook ha hecho su aparición en el mejor momento. Los usuarios se han encontrado en años de vacas flacas que podían hacerse con un ordenador por entre 200 y 300 euros con el que podría conectarse a Internet y realizar tareas básicas. Empresas como ASUS, que dio primero, Acer o MSI vieron cómo arrancaban valiosos puestos en el ránking de fabricantes gracias a la venta de netbooks en perjuicio de los fabricantes más tradicionales.
Para los pesos pesados del mercado del PC, el netbook ha sido un arma de doble filo en estos dos años. Es cierto que han sido un bálsamo para las cifras de ventas, pero han supuesto un serio varapalo en lo que respecta a las ganancias por culpa de los estrechos márgenes de beneficio que dejan. La propia Acer ha visto en estos años cómo sus cifras de ventas subían pero las de beneficios bajaban al mismo tiempo.
Fabricantes como HP o Dell han declarado de forma más o menos discreta en boca de sus directivos que las ventas de netbooks son una ruina. Hay que tener en cuenta que estas grandes compañías tienen que mantener grandes infraestructuras de marketing, desarrollo, asistencia técnica y producción que con los márgenes de la venta de netbooks difícilmente podrán mantener. Por eso empresas que tienen costes más ajustados como coreanas y taiwanesas han podido apretar los precios y obligado al resto de fabricantes a bajarlos también.
Y los márgenes ajustados no son el único problema. El precio bajo de los netbooks ha hecho que los compradores exijan precios más bajos para el resto de ordenadores y así hemos asistido a un descenso vertiginoso de precios. Además en algunos casos los netbooks son adquiridos por precio sin saber exactamente cuáles son sus funcionalidades. Así un usuario puede encontrarse con una pésima experiencia a la hora de utilizar programas como aplicaciones de retoque o de edición de vídeo o juegos y esa experiencia negativa acaba por afectar a la imagen de la marca del fabricante.
El bajo precio de los netbook no sólo está afectando a los márgenes de los fabricantes de ordenadores. Intel y Microsoft también están sintiendo de forma dolorosa este éxito de los netbook. El procesador Atom de Intel es el que equipa la gran mayoría de los netbook fabricados y el margen con el que puede comercializarlo es muy pequeño comparado con el del resto de procesadores.
Además las ventas de estos equipos está canibalizando a la de otros sistemas que comparten ciertas características, como la gran autonomía de los equipos con procesadores ULV, pero con precios y márgenes mucho más elevados. Algunos piensan que Intel pudo cometer un error táctico al desarrollar los procesadores Atom, pero en realidad ha respondido a la competencia.
Los netbook aparecieron probablemente al rebufo del proyecto OLPC (One Laptop Per Child) impulsado por Nicholas Negroponte. Se trataba de una iniciativa que pretendía proporcionar a todos los niños del mundo un ordenador portátil por un precio muy bajo. AMD participó en ese proyecto e Intel comezó a inquietarse por el desarrollo de un procesador de muy bajo coste que podría romper el mercado.
Como reacción en el IDF de Shangai de 2008, Intel presentaba Atom, una plataforma de bajo coste pensada para dispositivos portátiles que era capaz de funcionar con sistemas operativos X86. Asus fue la primera con su eeePC en apostar por esta plataforma en un formato de portátil de muy reducido tamaño pero con funcionalidades idénticas a las de un portátil cualquiera, aunque mucho más limitadas.
El despegue de los netbook también afectó, como hemos dicho, a Microsoft. La compañía, ante la amenaza de que este tipo de ordenadores acabase por popularizar Linux, reaccionó proporcionando su Windows XP a muy bajo coste (unos 25 dólares) y prolongando la vida útil del sistema operativo hasta la aparición de Windows 7 starter. Si Microsoft sigue vendiendo el sistema a 25 dólares y según ciertos analistas una licencia OEM de Windows 7 Home Premium se vende a 99 (aunque en compras de grandes volúmenes el precio es mucho menor en ambos casos), está muy claro que Microsoft sale perdiendo mucho con el negocio de los netbook.
Lo paradójico es que, una vez en la carrera, ni Intel ni Microsoft pueden bajarse del carro pues los competidores están ansiosos por tomar su lugar. Por otro lado, hay empresas que se desmarcaron en su día de esta fiebre y siguen fieles a esta estrategia. Es el caso de Apple, que ya ha aclarado en más de una ocasión que no le interesa el desarrollo de un netbook Mac, y AMD, que a pesar de hacer sus pinitos en el mundo netbook con el proocesador L110, ya afirma que no le interesa ese negocio y cree que la experiencia de uso de un netbook no es la adecuada.
Todas estas variables pueden hacer que el mercado del PC de consumo sufra una transformación, con la disminución de los márgenes y la aparición de nuevos dispositivos como los smartphones que usurpan algunas de las funciones para las que tradicionalmente usábamos un PC, como la navegación en Internet o los juegos.