Microsoft presentó anoche en Redmond la Xbox One, nueva consola de sobremesa del gigante del software que más allá de su capacidad para ejecutar videojuegos, pretende convertirse en el centro del entretenimiento del salón del hogar.
Como estaba anunciado, Microsoft desveló su nueva máquina de juegos, la que será su tercera generación de consolas de sobremesa. Su mismo nombre ‘One’ hace relación al enfoque como dispositivo central de entretenimiento como pretende venderla la compañía.
Un todo en uno que además de juegos, cuenta con funciones para reproducción de contenido multimedia, de set-top-box para ofrecer películas y series en streaming a través de Netflix, contenido propio televisivo o integración de Skype como una de las aplicaciones estrella para comunicaciones, con videoconferencia incluida.
Videoconferencia gracias a una nueva versión del periférico de control de movimiento Kinect que incluye esta Xbox One y que va a ser tan importante como la consola en sí. Microsoft también ha renovado el controlador de juegos aunque a primera vista es lo menos revolucionario.
En cuanto a su hardware, además del evidente nuevo diseño, ofrece un cambio fundamental ya que desde la plataforma PowerPC de la Xbox 360, la Xbox One utiliza una x86 a través de un procesador de ocho núcleos de AMD y una GPU Radeon del mismo fabricante, que ofrece soporte para DirectX 11.1, está fabricada en procesos de 28 nm, cuentas con funciones GPGPU para descargar a la CPU de diversas tareas y ofrece un rendimiento muy superior al de la actual consola de Microsoft.
Este potente hardware se completa con 8 Gbytes de memoria RAM DDR3, un disco duro de 500 Gbytes, conectividad Wi-Fi, USB 3.0, y entrada y salida HDMI, junto a otra de las novedades: un lector óptico Blu-ray.
Otra de las características destacadas de la Xbox One será su capacidad multitarea, permitiendo ejecutar vídeos, películas, juegos y música a la vez. También el sistema de reconocimiento de voz y gestual gracias a Kinect con el que podremos navegar por las funciones y menús.
Como no todo puede ser positivo, la nueva consola no será retrocompatible con la Xbox 360 por lo que no podrá ejecutar el amplio catálogo de juegos actuales.
También penalizará el mercado de la segunda mano imponiendo una especie de ‘tasa’ para el juego usado. Un aspecto que falta por concretar (ya que es información oficiosa) y que va a poner en pie de guerra a algunas empresas dedicadas al este sector.
Microsoft no ha anunciado precio ni disponibilidad aunque es seguro que será exhibida en la feria de entretenimiento E3 (junto a su máxima rival PS4) y estará en el mercado antes de navidades de 2013.
